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#Nota

#El periodismo y el hockey

#ElDiarioDeCecilia

Desde Holanda, la columna de opinión de la ex Leona Cecilia Rognoni

Alguien me preguntó alguna vez: ¿El periodismo acompañó el crecimiento del hockey a partir de Sydney 2000? Vaya pregunta. Si recuerdo la locura de los días posteriores al regreso de Australia, debo confirmar fehacientemente este interrogante. ¿De dónde nos conocían?, ¿Cómo era eso de que ahora todos sabían y hablaban de hockey? Evidentemente la prensa había llegado a la gente y la historia del hockey femenino empezaba a tomar un rumbo diferente al que estaba acostumbrado.

Si tengo que describir las cosas buenas que la prensa generó en mi deporte, pienso primero en el apoyo que empezó a aparecer en torno al equipo y a las jugadoras en particular. Sponsors, infraestructura, becas, flexibilidad laboral.

Y como todo cambio, esto también se vio reflejado - a mi entender- algún tiempo más tarde en la performance del equipo.

Los objetivos cambiaron, las presiones eran otras, las expectativas externas e internas empezaron a variar y por momentos se vivían situaciones tensas. Actitudes y pensamientos individuales iban alterando lentamente el curso de las cosas. Diferentes tipos de ofertas se presentaban constantemente y nos hacían desviar el rumbo. La prensa también había generado todo esto.

Siempre fui celosa de mis cosas y personalmente debo confesar que me sentí invadida por lo que los medios habían creado. ¿Quiénes eran todas esas personas que ahora rodeaban nuestro equipo, nuestro deporte, nuestro lugar? Por un lado, sabía que todo ese movimiento era necesario para que mi deporte pegara un salto y se convirtiera en uno de los más importantes del país a nivel femenino, pero debí aprender a aceptar esos cambios, esos intrusos que de una manera u otra, interfirieron en la armonía del grupo y provocaron diferentes reacciones. El tiempo fue acomodando la oferta y la demanda de ambas partes.

Hoy el periodismo sigue acompañando, y así como el hockey creció en número y calidad, la prensa ha aumentado y se puede disfrutar de las distintos medios que comunican, transmiten y muestran lo que el hockey es en la actualidad a nivel mundial y nacional.

Si tuviera que comparar el periodismo de los distintos países que he visitado, parece que todos tienen un factor común: la atención está siempre en los torneos grandes y más aún cuando hay resultados. Está bien, es entendible, aunque pierde respeto quien opina y aparece sólo en esos eventos. Las jugadoras se fastidian y también tienen razón.

Admiro a los medios que están siempre, que cubren y se hacen presentes no sólo en los grandes acontecimientos, sino en el día a día. Gracias a ellos el deporte se mantiene vigente y actualizado. Quienes han cobrado fuerzas son las redes sociales, que aportan lo suyo con la escritura directa de los protagonistas y el contacto con los fanáticos y/o seguidores. Este medio moderno es, a mi entender, un arma de doble filo.

El hockey existió sin depender del periodismo, el periodismo hacía su trabajo sin saber qué era el hockey. En algún momento y lugar se cruzaron y desde entonces siguen ligados con aciertos y errores. La comunicación parece un proceso fácil, teóricamente lo es, pero cuando se practica no podemos decir lo mismo.

La prensa tiene poder, y mucho. Manejarse políticamente correcto en este mundo es lo que te hace perdurar en el tiempo, pero si elegís ser auténtico y que una cámara, grabador o foto te refleje tal cual sos, a veces es peligroso. La sociedad juzga, critica, analiza, margina, censura, te hace sentir importante y te coloca en lo más alto, y de la misma manera y con la misma velocidad, te entierra en lo más profundo. Esto generan los medios en cualquier ámbito en el que se involucre.

Cuánto disfruté, aprendí y me divertí durante sesiones de fotos, visitas a los canales de TV, charlas en radios, contacto con la gente más famosa de la Argentina, todos lindos recuerdos. Y cuánto dolor viví, cuando un día perdí todo lo que tenía por decir lo que pensaba. Casi todos los factores en aquel proceso de comunicación habían fallado y mi vida ya nunca más volvió a ser la misma. Así fue como sin querer, conocí las dos caras de la misma moneda.

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