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#Nota

#El después de ser Leona

#ElDiarioDeCecilia

Desde Holanda, la columna de opinión de la ex Leona Cecilia Rognoni

Esta vez la consigna es escribir sobre qué se siente ser una ex-Leona. Uf! que tema.
¿Qué se siente? NADA y TODO.

Cuando digo que no se siente nada, es porque vivo el presente en un país lejano. La rutina y lo cotidiano me llevan a ser conocida como la mamá de Nina y Max. Me encuentro criando a mis hijos, conviviendo en otra cultura, con un idioma muy diferente al nuestro y sin tener a mis afectos cerca. Por momentos duro, por momentos no tanto. Hoy elijo Holanda como mi lugar en el mundo.

Ya no importa lo que hice, lo que gané o jugué. Nadie sabe qué tipo de jugadora fui o ni siquiera saben de mi relación con el deporte. ¿Importa?

Pero se siente todo. Y ese todo tiene que ver con el deseo profundo de volver a jugar, de transpirar la camiseta de mi club -Ciudad de Buenos Aires- y la de mi país. Enfrentar a los rivales más difíciles, marcar goles, defender corners, sentir esa adrenalina previa a jugar una final, que las piernas me tiemblen antes de empezar el partido y que tanto las victorias como las derrotas, me hagan sentir plena y feliz de ser yo, la jugadora.

Extraño la preparación para un torneo importante, el entrenamiento diario y jugar con mi hermana en el equipo. Siento mucha tristeza cuando pienso en mis lesiones y en la forma en que terminó mi carrera. Tenía mucho más para dar.

Es muy grande el contraste de reconocimiento que vivo entre Argentina y Holanda. Soy consciente de que la distancia y el tiempo han disminuido la exposición pública y muchas otras cosas que sólo aparecen si pertenecés a la Selección o si vivís en Argentina.

Sinceramente lo mediático no es algo que extrañe demasiado, pero como en los últimos años lo viví de manera moderada, hasta me animaría a decir que aprendí a aceptarlo.

El reconocimiento de la gente también disminuyó, aunque a diferencia de la exposición pública, es una afirmación de que has dejado una marca por la cual sos y serás recordada. De ello disfruto.

Se me eriza la piel cuando recuerdo la llegada a Ezeiza trayendo la medalla de plata de los Juegos Olímpicos de Sydney 2000. Y ni hablar del regreso como campeonas del mundo en el 2002. Cuánta euforia, cuánta alegría que se veía en todos lados. En ese entonces era como vivir un sueño, una locura.

Pero más me movilizan los sentimientos cuando en mis años más duros, donde superé mis lesiones y mi alejamiento de la Selección sola -aunque con mi incondicional familia y amigos-, los mensajes de reconocimiento, aliento y agradecimiento hacia mi persona, siguieron llegando.

Hoy, después de muchos años, puedo ver que esos mensajes de desconocidos que escribieron sin interés alguno, fueron los que me ayudaron a recuperar mi vida más allá del deporte. Porque esos mensajes alentaron y respetaron a la persona que soy, más allá de la jugadora que fui.

Exitosa y no menos fácil, alegre y no menos dolorosa fue mi carrera deportiva. Siempre me mantuve fiel a mis principios, ¡aun perdiéndolo todo!

Puedo ser ex-Leona, exjugadora, exdeportista, pero lo que nunca voy a dejar de ser es YO MISMA.

#Volver